Serrucha y abre la cabeza de sus víctimas, les inyecta toxinas y aspira parte de sus cerebros. A veces se los quema. Les cose la cabeza y las pone en una pequeña caja negra, la que probablemente contenga el hedor propio del terror de su anterior víctima. Después, provoca deliberadamente sus peores temores, para saber cómo reaccionarán.
Cuando termina, los asesina.
Es Elisabeth Murray, y se llama a sí misma científica.
Los monos son sus víctimas. Obtiene millones de dólares de tus impuestos para poder seguir repitiendo este horror.
PETA obtuvo 43 horas de imágenes en video jamás vistas de las pruebas trastornadas de “capacidad de reacción emocional” que realiza Murray en docenas de monos en el laboratorio de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) en Bethesda, Maryland. Los videos fueron grabados entre febrero de 2016 y noviembre de 2017.
Jaulas de terror minuciosamente diseñadas
Murray afirma que sus experimentos arrojan luz sobre los trastornos neuropsiquiátricos en los humanos, pero lo que es absolutamente claro es que están diseñados para causar el máximo terror.
Murray hace lugar en una sección del cráneo de un mono, inyecta toxinas en el cerebro, aspira partes del mismo o las quema, causando así un daño permanente y traumático.
Luego, los monos son colocados solos en una pequeña jaula de metal, que se ubica dentro de una caja más grande pintada de negro. En el frente de la jaula, una puerta guillotina se levanta de repente, revelando algo que naturalmente aterra a los monos como una serpiente o una araña. Las serpientes y arañas de Murray son artificiales, pero se ven realistas y algunas pueden moverse o incluso saltar.
Los monos, como todos los primates, tienen temor a las serpientes por naturaleza, y algunos responden de forma defensiva, paralizándose o dándose vuelta. Otros sacuden sus jaulas. Algunos hacen muecas o chasquean los labios, siendo estos signos de sumisión frente a una amenaza. Los monos padecen esta tortura reiteradamente. Cuando Murray termina con ellos, pueden ser asesinados o reciclados para otros experimentos para después volver a ser atormentados.
Mucho dinero ensangrentado inútilmente.
Los experimentos de Murray han amasado decenas de millones de dólares de contribuyentes: más de 36 millones solo en los últimos 13 años. La filmación obtenida por PETA es de un proyecto de los NIH llamado ” Sustratos neurales de procesamiento de recompensas y emoción“. Murray ha recibido $16,4 millones de dólares desde el 2007 para este proyecto.
Los NIH despilfarran a manos llenas el dinero de los contribuyentes en el laboratorio de Murray. Pero en 30 años no ha generado ningún tratamiento ni cura para los humanos.
Murray probablemente sepa que sus experimentos son catastróficamente defectuosos. En un artículo académico de 2007, ella y sus colegas reconocieron que, debido a que los monos que usaron y eventualmente asesinaron habían sido comprados a colonias reproductoras, “no podemos descartar la posibilidad de que factores ambientales como el estrés hayan contribuido a la influencia genética en la cognición que informamos”.
¿Esto es realmente lo mejor que podemos hacer?
Los experimentos de Murray son una afrenta a la decencia humana y una vergüenza para la ciencia. Pero durante décadas, otros investigadores han estado estudiando los roles de regiones específicas del cerebro en la regulación emocional y la flexibilidad conductual en humanos, produciendo resultados fiables y aplicables. El dinero para investigación debe ser redirigido a modelos relevantes para humanos y métodos prometedores y de avanzada para humanos.