La industria del pollo

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El confinamiento intenso y la extrema multitud de aves en las granjas industriales, también resulta en suciedad y enfermedad inimaginables. Un periodista del Washington Post que visitó un galpón de pollos, dijo que “el polvo, las plumas y el amoníaco allí asfixiaban, y los ventiladores transforman a eso en papel de lija aéreo, levantando la piel”.

Michael Specter, redactor de larga data de The New Yorker, también visitó un galpón de pollos y escribió: “Estuve casi por caer al piso por el olor abrumador de heces y amoníaco. Mis ojos quemaban al igual que mis pulmones, y no podía ver ni respirar …. Deben haber habido 30.000 pollos quietos en silencio en el piso enfrente mío. No se movían ni cloqueaban. Eran casi como estatuas de pollos, viviendo en casi total oscuridad, y pasarían cada minuto de sus vidas de seis semanas de esa manera”.

Factory farm

Estos periodistas podían irse, pero los pollos son forzados a respirar el amoníaco y material particulado de las heces y plumas todo el día. Muchos padecen enfermedades crónicas respiratorias, sistemas inmunológicos debilitados, bronquitis y una enfermedad de los ojos dolorosa causada para quemaduras por amoníaco.

Un estudio del año 2006 elaborado por Consumer Reports descubrió que un asombroso 83 por ciento de los pollos de los supermercados que ellos testearon estaban infectados con campylobacter o salmonella, o ambos. La muy alta preponderancia de contaminantes peligrosos en la carne de pollo es causada en gran medida por las sucias condiciones de los galpones donde los pollos son criados. En las granjas industriales se les administran grandes cantidades de antibióticos muy poderosos para mantenerlos vivos en condiciones en que de otro modo morirían. A los pollos se les suministran alrededor de cuatro veces los antibióticos que se les da normalmente a humanos o al ganado en los Estados Unidos.

Los pollos también son genéticamente manipulados y regularmente drogados para que crezcan más rápido y más grandes. La pechuga promedio de un pollo de 8 semanas es siete veces más pesada actualmente que hace 25 años. Debido a esta ganancia exageradamente acelerada de peso, estas jóvenes aves frecuentemente mueren de ataques cardíacos y colapsos pulmonares, algo que casi nunca ocurriría en la naturaleza. Según la revista de la industria de la carne, Feedstuffs, “Los pollos para consumo crecen ahora tan rápidamente que el corazón y los pulmones no llegan a desarrollarse bien como para mantener al resto del cuerpo, y esto provoca insuficiencia cardíaca congestiva y grandes pérdidas por muerte”.

Además, los pollos en las granjas industriales actuales casi siempre terminan cojos porque sus patas no pueden soportar el peso de sus cuerpos. En realidad, a la edad de 6 semanas, el 90 por ciento de los pollos para consumo son tan obesos que ya no pueden caminar. Muchos pollos cojos en las granjas industriales mueren cuando ya no pueden alcanzar la boquilla de la manguera de agua.

‘Pollos reproductores’

Los animales reproductores que traen al mundo a los 8 mil millones de pollos para consumo en los Estados Unidos cada año son denominados Gallus neglectedus o “pollos descuidados” por el Dr. Joy Mench, un científico de aves de corral de la Universidad de California, ya que su bienestar es completamente ignorado.

Al igual que los pollos para consumo que traen al mundo, los “pollos reproductores” son confinados en galpones sucios sin acceso a la luz solar, ni al aire fresco ni a nada de lo que disfrutarían en la naturaleza.

Cuando estas aves son muy jóvenes (normalmente entre 1 día y 10 días de edad), se les cortan grandes trozos de sus muy sensibles picos con filosas cuchillas para que no se picoteen unas a otras debido a la frustración causada por el confinamiento intenso. A veces los dedos de sus patas, sus crestas y espolones también son cortados. A las aves no se les dan analgésicos para aliviar la agonía de esta mutilación, y muchos pollos con el pico cortado mueren de hambre porque sufren demasiado dolor y no pueden comer.

Los pollos reproductores son forzados a vivir en granjas industriales más de un año. Debido a que viven bastante más tiempo, enfrentan un mayor riesgo de fallas orgánicas y de muerte, ya que crecen más y más grandes por la manipulación genética. Buscando solucionar este problema, la industria limita fuertemente el alimento dado a los pollos reproductores, manteniéndolos en un constante estado de hambre y frustración.

Cuando las aves beben más agua para tratar de aliviar su hambre, los operadores de las granjas industriales a menudo reducen el agua para beber, así no tienen que limpiar el abono líquido.

Algunos granjeros introducen empujando varillas plásticas en las delicadas cavidades nasales de los machos reproductores. Las varillas sobresalen a ambos lados de sus caras para que así no puedan llegar a la barrera de metal y coman la comida de las hembras.

Luego de más de un año de privaciones y confinamiento, los cuerpos de estas aves reproductoras están muy gastados para producir pollitos suficientes para que el granjero venda. Débiles y exhaustos, son cargados en camiones y enviados al matadero.

Además del imperdonable tratamiento dado a los pollos en las granjas industriales, comer estas aves es también malo para tu salud. Según un importante informe de la Universidad de Harvard del 2006, de 135.000 personas que frecuentemente comían pollo a la parrilla sin piel, un 52 por ciento tenía más probabilidades de desarrollar cáncer de vejiga que aquellos que no.

Toma el compromiso de 30 días para hacerte vegano de PETA  y elimina la carne y otros productos animales de tu dieta hoy mismo. Luego de apenas un mes, mucha gente dice que se siente más saludable y energética. Y lo mejor de todo, esto significa salvar animales de la crueldad.