El mito de lo orgánico y ‘ecológico’

Todos hemos visto en los envases de la carne, huevos y productos lácteos las etiquetas reconfortantes de “natural” o “ecológico” y fotos de animales felices pastando en verdes campos o relajados en los corrales. Pero la gente que compra productos animales “orgánicos” o “ecológicos” porque cree que los animales son bien tratados, está lamentablemente equivocada.

Muchas granjas orgánicas y “ecológicas” apiñan miles de animales juntos en galpone o en corrales llenos de lodo para incrementar sus ganancias, del mismo modo que las granjas industriales y los animales frecuentemente sufren las mismas mutilaciones – como los cortes del pico, de cuernos y castración sin anestesia – que en las granjas industriales.

Las gallinas criadas orgánicamente en ciertas granjas tienen tasas de mortalidad más altas que las gallinas que son drogadas porque las condiciones de extrema hacinación y suciedad en que viven, junto con la falta de antibióticos pueden generar aún mayor cantidad de parásitos que los que ya se encuentran en las gallinas drogadas.

Como las gallinas en las granjas “convencionales”, a las gallinas en las granjas de huevos orgánicos les cortan parcialmente el pico, generándoles dolor agudo y frecuentemente la muerte.

Muchas vacas “criadas orgánicamente” son enviadas a feedlots (unidades de engorde) en granjas industriales para engordarlas, antes de matarlas, donde permanecen embarradas y cubiertas de heces. Las vacas que son engordadas en feedlots pueden mismo ser rotuladas como orgánicas en tanto se les haya provisto alimentación orgánica.

Las vacas en las granjas lecheras orgánicas pueden ser mantenidas en galpones o espacios muy sucios donde pasan sus días en su propia suciedad, padeciendo el estrés de ser anualmente preñadas de forma forzada, y soportando que les quiten a sus terneros. Si sus ubres se infectan debido a frecuentes ordeños, algo que sucede a menudo, muchos granjeros no las medican, porque si lo hicieran, no podrían vender la leche como orgánica.

Al ganado se le cortan los cuernos y sacan los testículos del escroto, y muchos animales son marcados con hierros chispeantes y calientes, resultando en quemaduras de tercer grado.

A los lechones en las granjas orgánicas frecuentemente les cortan las colas, les perforan las orejas y a algunos les colocan anillos en sus narinas para que no puedan hocicar en la hierba ni en la tierra, siendo éste uno de los pasatiempos favoritos de ellos.

A ninguno de estos animales se les provee ningún tipo de analgésicos. Al final de sus penosas vidas, los animales que no murieron en la granja son subidos a camiones soportando todas las inclemencias climáticas (frecuentemente sin comida, ni agua ni descanso) y enviados a los mismos mataderos usados por las granjas industriales. Una vez allí, son colgados de sus patas traseras y son degollados, muchas veces mientras aún están conscientes y luchando por escapar. Algunos están también conscientes cuando son ubicados en el agua hirviente de los tanques para desplume o cuando les cortan sus cuerpos. Por eso la carne, los lácteos y los huevos rotulados como “orgánicos” o “naturales” no debieran ser equiparados con tratamiento más humano de animales o una muerte sin dolor.

¿Una alternativa más saludable?

La única ventaja que tienen los productos orgánicos es que no contienen antibióticos, hormonas o aditivos con base de arsénico (como muchos pollos y productos derivados no orgánicos tienen). A pesar de que la carne de esos animales podría ser algo más saludable que la de los animales a los que les aplican drogas, la opción más saludable es evitar la carne, los huevos y los lácteos. Carne, leche y huevos orgánicos, “naturales”, “humanos” y “ecológicos” están aún cargados con grasas saturadas que tapan las arterias y colesterol, al igual que todo producto animal.

Importantes estudios que vinculan el consumo de productos animales con enfermedades cardiovasculares, cáncer y otras graves enfermedades que llevan a la muerte sugieren que son los componentes de los productos animales – grasa animal, proteína animal y falta de fibra – que generan un mayor riesgo de desarrollar muchas enfermedades.

Los animales orgánicos y “ecológicos” son matados en los mismos sucios mataderos que los animales de las granjas industriales, así que su carne está sujeta a la misma potencial contaminación bacteriana por condiciones insalubres.

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