El Estrés en Ratones y Ratas ha Demostrado Comprometer los Resultados de Experimentos, Sugiere Nuevo Estudio

Mas de 110 millones de ratones y ratas son asesinados por año en laboratorios de EE.UU. Los experimentadores envenenan lentamente a estos animales hasta la muerte en pruebas de toxicidad, les aplican descargas eléctricas en estudios de dolor, los obligan a nadar para salvar la vida en “pruebas psicológicas” y cometen otros actos horrorosos. Los resultados de estas pruebas son muy poco fiables, y no solo porque la biología y fisiología humanas son completamente diferentes de las de los ratones y las ratas. Según el estudio efectuado por investigadores de la Universidad de Guelph en Canadá, que se basa en varios estudios previos, una de las muchas razones por las que estos experimentos son ineficaces es porque incluso la forma en que alojan a los animales es cruel.

Los investigadores analizaron 200 experimentos en ratas y ratones relacionados con el cáncer, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, la ansiedad y la depresión. Encontraron que, en muchos casos, los experimentadores sometían a los animales a condiciones extremadamente estresantes, lo cual, según dicen, puede haber comprometido significativamente los resultados.

En EE.UU., los ratones y las ratas ni siquiera cuentan con las escasas protecciones de la Ley federal de Bienestar Animal. Habitualmente, los laboratorios colocan a los animales en jaulas pequeñas y desoladas que son sustitutos lamentables de los entornos naturales de estos animales. El equipo descubrió que, en estas condiciones, los animales están “fríos, con sobrepeso, anormales, sesgados por los machos, sobreviven mal, están encerrados y angustiados”.

Estas características crean un estrés fisiológico extremo que podría hacerlos aún menos fiables como “modelos” humanos (aunque, como señala PETA, no son “modelos”, por empezar, sino individuos sintientes con emociones complejas y personalidades distintas, y no les pertenecen a los humanos para maltratarlos).

El estudio encontró que los animales que estaban alojados en jaulas estándar (horribles) desarrollaron enfermedades más graves y experimentaron tasas de mortalidad más altas en comparación con los animales alojados en jaulas “enriquecidas” (en otras palabras, menos horribles) que tenían más espacio y les ofrecían la oportunidad de estar con otros ratones, algo con lo que relacionarse, y calidez.

Los ratones y las ratas son animales sociales y curiosos cuya felicidad y supervivencia dependen de vínculos importantes con otros de su especie. Los experimentadores son probablemente los únicos que se sorprenden de que negarles el enriquecimiento y las oportunidades para socializar afectará gravemente su salud.

Lo que este estudio agrega es la evidencia más fuerte disponible hasta la fecha de que la falta de respeto a los aspectos esenciales del comportamiento [y] el bienestar de los animales interfiere con los resultados de la investigación de una manera negativa para la investigación”, señala Anna Olsson, investigadora especializada en ciencia de animales de laboratorio en la Universidad de Oporto en Portugal.

Este estudio vuelve a demostrar lo que PETA ha estado diciendo todo el tiempo: los ratones y las ratas no deben estar en los laboratorios. La investigación nos ha siempre respaldado. El noventa y cinco por ciento de todos los nuevos fármacos que demuestran ser seguros y eficaces en las pruebas en animales fallan en los ensayos en humanos.

El ochenta y nueve por ciento de los estudios preclínicos, la mayoría de los cuales involucran animales, no pueden reproducirse, lo que es considerado un paso fundamental para confirmar la validez de los resultados científicos. Entonces, ¿por qué los experimentadores siguen usando estos métodos arcaicos?

Las ratas y los ratones no deben permanecer en NINGUNA jaula de laboratorio: terminemos con los experimentos en animales

No existe ninguna excusa para atormentar a los animales en laboratorios, y los expertos han reiteradamente demostrado que las pruebas en animales no son fiables y desperdician tiempo, dinero y otros recursos valiosos que podrían destinarse al uso de métodos de investigación eficaces y relevantes para los humanos que ofrezcan una verdadera esperanza de desarrollar tratamientos y curas para humanos.

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