PETA Insta a Acciones Federales ya que los Centros Nacionales de Investigación de Primates Ponen en Riesgo la Salud Pública

PETA envió una carta a Xavier Becerra, secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., y a Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), destacando una amenaza activa para la salud pública que debería tener a todos rascándose la cabeza y preguntándose por qué estamos almacenando y transportando monos cuya presencia aumenta el riesgo de que los humanos se infecten con enfermedades mortales, en medio de una pandemia global que probablemente comenzó en animales mantenidos en condiciones de hacinamiento.

Primates en riesgo de chagas por experimentos

Documentación de PETA muestra que las decenas de miles de monos almacenados en instalaciones de importación, cría y experimentación de EE. UU., incluyendo los centros nacionales de investigación de primates (NPRC) financiados por el gobierno federal, son zonas de alimentación del “insecto asesino”, cuya picadura transmite el parásito que causa la enfermedad de Chagas, una infección parasitaria potencialmente mortal causada por el protozoario Trypanosoma cruzi (T. cruzi). La enfermedad de Chagas ha impactado de forma desproporcionada a la comunidad latinoamericana. Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que millones de personas están infectadas con el parásito.

A la enfermedad de Chagas se le llama el “asesino silencioso” porque a menudo los humanos no saben que han sido picados e infectados hasta que es demasiado tarde para tratar la infección. Los individuos inmunocomprometidos infectados con la enfermedad de Chagas son particularmente vulnerables a enfermedades graves del corazón y del sistema nervioso central. Y los funcionarios de salud advierten que las personas con Chagas tienen un mayor riesgo de presentar síntomas graves de COVID-19.

El insecto asesino es atraído no solo por los humanos sino también por otros animales como monos y perros a los que también puede transmitirles la infección. Las grandes colonias de monos de la industria de la experimentación del sur de EE.UU. son buenas zonas de alimentación para los insectos porque miles de primates comen y duermen en exteriores. Hay tantos monos y tantos insectos asesinos en Luisiana y Texas que los investigadores han descubierto que los monos están jugando un papel activo en el mantenimiento, la diversidad y el ciclo de transmisión de este patógeno zoonótico mortal. Los investigadores de los CDC reconocieron hace más de una década que los primates mantenidos en instalaciones al aire libre y utilizados en experimentos pueden correr un riesgo particular de contraer el parásito de la enfermedad de Chagas, pero aparentemente no tomaron ninguna medida.

La carta de PETA a los federales se envía después de que el Departamento estatal de Servicios de Salud de Texas nos proporcionara documentos que muestran que las instalaciones de primates del estado no han reportado este patógeno en sus colonias de monos. En nuestra carta, señalamos que esta omisión pone en riesgo la salud pública y la integridad científica, e instamos al secretario Becerra a tomar las medidas necesarias para poner fin al financiamiento público de los NPRC. También les solicitamos a los CDC que actúen de inmediato para cerrar las instalaciones comerciales de primates en Florida, Georgia, Luisiana, Carolina del Sur y Texas.

“Además de ser cloacas de sufrimiento, estas instalaciones no han abordado o siquiera aclarado la amenaza que representan para la salud pública las decenas de miles de monos bajo su custodia. PETA le está pidiendo a Becerra y a Walensky que entren en conciencia y cierren la peligrosa y vergonzosa industria de la experimentación en monos, por el bien de todos”.

—Dra. Lisa Jones-Engel, científica asesora de PETA, primatóloga y especialista en enfermedades zoonóticas

La enfermedad de Chagas es un problema de salud cada vez mayor en las regiones del sur de EE. UU., y los medios de comunicación han informado sobre el aumento del riesgo de la enfermedad, particularmente entre individuos inmunocomprometidos. Los documentos puestos al descubierto por PETA revelan que varios de los siete NPRC financiados con fondos federales, que en conjunto han recibido cientos de millones de dólares de los contribuyentes a través de los Institutos Nacionales de Salud, así como varias instalaciones privadas comerciales de primates, no han podido mantener la bioseguridad de los monos que son usados o vendidos para experimentación. Algo aún más alarmante es que no han informado a las autoridades sanitarias estatales ni han enfrentado la amenaza que representan sus decenas de miles de monos para la salud pública.

Haz algo por los monos

Los monos prisioneros en los siete centros que quedan merecen mucho más que ser usados en experimentos y asesinados. Únete a miles de seguidores de PETA para pedir el cierre inmediato de estas instalaciones y la liberación de los animales que están usando en santuarios apropiados, donde estarían seguros por el resto de sus vidas y serían tratados con la dignidad que merecen.

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