Experimento de UMass Usa Calentadores de Manos Para Imitar Sofocos en Monas, ¿en Serio?

Uno esperaría que una universidad fuera un lugar de aprendizaje superior e innovación, sin embargo, pequeños y delicados monos tití son atormentados y asesinados en un laboratorio de la Universidad de Massachusetts–Amherst (UMass) como parte de un intento absurdo de estudiar los cambios relacionados con la edad en cognición humana asociada con la menopausia, ¡que los titíes ni siquiera experimentan!

Taladran agujeros en los cráneos de monos, les ensartan cables de electrodos a través del cuerpo

La mayoría de los estudiantes que pasan por el laboratorio de su campus probablemente no tienen idea de que los experimentadores de UMass dirigidos por Agnès Lacreuse realizan cirugías invasivas en titíes hembras. Implantan electrodos en agujeros que perforan en los cráneos de los animales. Luego les cortan el cuello y pasan los cables de los electrodos desde el cuero cabelludo y el cuello a través del abdomen.

Hembras titíes atadas con bridas y traumatizadas

A las monas titíes las atan habitualmente a un dispositivo de sujeción para inmovilizarlas, y luego las meten en un cilindro de plástico que se atornilla en el lugar y se somete al ruido de una máquina de resonancia magnética, algo que es aterrador y confuso.

En algunos experimentos, estos monos sensibles y sociales son dejados en confinamiento solitario, lo que los funcionarios de las Naciones Unidas han comparado con la tortura cuando se les hace a los humanos, solo para ver cómo reaccionan.

Víctimas de la incompetencia

Un tití murió en este laboratorio cuando los experimentadores lo dejaron en un dispositivo de calefacción después de la cirugía. Sufrió quemaduras tan graves que hubo que aplicarle la eutanasia. Después de que los experimentadores dejaran escapar a otro tití, le lesionaron la cola cuando lo recapturaron. Un segundo mono también escapó y se peleó con otro tití, provocando heridas en ambos animales.

Las monas titíes no tienen sofocos

Las monas titíes no tienen menopausia, por lo que Lacreuse decidió idear formas de simularla en las monas que explota. Por ejemplo, les extirpa quirúrgicamente los ovarios y luego usa calentadores de manos en las monas para imitar los sofocos; sí, calentadores de manos, como los que se ponen en los guantes en enero. Esto no es ciencia.

Este tipo de experimento ni siquiera ganaría una cinta azul en una feria de ciencias de quinto grado, y definitivamente no es el trabajo de cambio de paradigma que se espera de un adulto que, dicho sea de paso, ha recaudado más de $3,8 millones en dinero ganado con mucho esfuerzo por los contribuyentes para jugar al científico. Así como una ventana no sustituye a una puerta, provocar pretendidos sofocos en las monas titíes no puede arrojar ninguna luz sobre una condición humana que los animales mismos no experimentan. Mientras tanto, a las monas las tienen en condiciones de vida angustiosas y antinaturales al someterlas a “estudios” traumatizantes. Si la vacuna contra el COVID-19 nos ha mostrado algo, es que evitar los experimentos en animales puede brindar alivio a los humanos de manera rápida y eficiente. Solo usa la puerta y evita la ventana.

Estos experimentos dañan a los monos y a los contribuyentes: ayuda a acabar con ellos

Después de enjaular, cortar y experimentar en titíes, Lacreuse los mata y disecciona sus cuerpos. Estos experimentos no son más que el tormento de monos sensibles y un flagelo para los contribuyentes estadounidenses: hasta ahora nos han costado casi $4 millones y le han valido a UMass una larga lista de citaciones por violaciones a las leyes federales de bienestar animal.

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